Autoempatía
Una de las claves de la Comunicación No Violenta
(CNV) es la manera en que nos tratamos a nosotras mismas: Autoiempatía.
Cada persona es única y especial. Si somos violentos con nosotros mismos
y nos autojuzgamos entonces nos tratamos como objetos y no podemos ver
ni conectar con nuestra propia belleza. Además es difícil que seamos
empáticos con las demás personas. Los juicios sobre nosotros mismos, al
igual que todos los juicios, son la trágica expresión de necesidades no
satisfechas. Dándonos autoempatía, conectamos con esas necesidades no
satisfechas que están detrás de los juicios. Conectar me llena de una
energía compasiva que pasa a ser el motor de los pasos y/o cambios que
quiero hacer en mi vida. Desde esta conciencia mis actos son libres y
más probablemente conectaré con la alegría. Cuando el juicio y el
autoreproche es el motor de los cambios en mi vida, suelen venir
acompañados de sufrimiento. En el imaginario del mundo de las culpas,
una equivocación, un error merece un castigo. Como dice M. Rossenberg, “
Aún cuando a veces ‘aprendemos la lección’… … preferiría que el cambio
estuviera estimulado por un claro deseo de enriquecer nuestra propia
vida u la de los demás y no poe energías destructivas tales como la
vergüenza y la culpa”.
Traducir del “tener que” al “elegir”
Cultivamos la autoempatía cuando convertimos el “tengo que” en un
“elijo”. De esa manera tomamos conciencia de las necesidades que
satisfacen nuestras acciones y que podemos elegir.
Por ejemplo: tengo que escribir una solicitud para dar un taller en la universidad. → Elijo escribirla porque realizar este taller satisface mi necesidad de sentido, contribución, aprendizaje y seguridad económica ...
Si actuamos por obligación, dinero, por aprobación de los demás o para evitar la culpa, la vergüenza o el castigo, no nos sentimos felices. Si queremos encontrar un sentido a aquello que hacemos que provea energía a nuestras acciones, nos ayudará conectar con los valores profundos que subyacen a estas más allá del dinero, la culpa... Nuestras acciones pueden pasar a ser elecciones responsables, o quizás, en esa conciencia, decidir iniciar algo nuevo.
Al “traducir” el “tener que” por el “elegir” descubrimos más alegría e integridad en nuestras vidas al descubrir los valores que hay detrás de nuestras acciones.
Por ejemplo: tengo que escribir una solicitud para dar un taller en la universidad. → Elijo escribirla porque realizar este taller satisface mi necesidad de sentido, contribución, aprendizaje y seguridad económica ...
Si actuamos por obligación, dinero, por aprobación de los demás o para evitar la culpa, la vergüenza o el castigo, no nos sentimos felices. Si queremos encontrar un sentido a aquello que hacemos que provea energía a nuestras acciones, nos ayudará conectar con los valores profundos que subyacen a estas más allá del dinero, la culpa... Nuestras acciones pueden pasar a ser elecciones responsables, o quizás, en esa conciencia, decidir iniciar algo nuevo.
Al “traducir” el “tener que” por el “elegir” descubrimos más alegría e integridad en nuestras vidas al descubrir los valores que hay detrás de nuestras acciones.
Duelo
Cuando hacemos algo de lo que no estamos satisfechos, podemos hacer un
proceso de duelo y perdón hacia nosotros mismos. A través de la
información que nos dan nuestros propios juicios sobre nosotras mismas,
nos podemos conectar con las necesidades que tratábamos de cubrir cuando
hicimos lo que ahora lamentamos haber hecho y, por otro lado, también
nos podemos conectar empáticamente con los sentimientos y necesidades
que teníamos en el momento en que decidimos actuar como lo hicimos.
Sostener la conexión con las necesidades de una y otra parte, nos
conduce a abrir el corazón a nosotras mismas en ambas facetas. Se trata
de un duelo desde la CNV, un arrepentimiento sin culpa que nos conecta
con la dulce tristeza de reconocer nuestros límites y de reconocer que
distamos de ser perfectos. Desde este reconocimiento, podemos encontrar
nuevas estrategias para nuestro aprendizaje y crecimiento personal. Para
estar más en armonía con mis valores, desde el buentrato* hacia mí
mismo.
Desde el mundo de las culpas, la vergüenza, la culpa, la ira o la depresión... son el motor del cambio cuando hago algo de lo que no estoy satisfecho. Cambio porque no me gusto. Es decir, la no aceptación de partes de mí mismo impulsa un cambio, y esto supone un coste importante para nuestra autoestima.
Desde el mundo de las culpas, la vergüenza, la culpa, la ira o la depresión... son el motor del cambio cuando hago algo de lo que no estoy satisfecho. Cambio porque no me gusto. Es decir, la no aceptación de partes de mí mismo impulsa un cambio, y esto supone un coste importante para nuestra autoestima.
Autoempatia de primeros auxilios:
Podemos practicar a darnos empatía inmediata en situaciones de intensidad emocional (texto tomado de Helen Adamson):
• Respiro.
• ¿Cómo me siento en mi cuerpo y emocionalmente?
• Respiro.
• ¿Qué necesidad está viva en mí?
• Respiro.
• ¿Puedo abrir el corazón a mí experiencia?
• Respiro.
• ¿Quiero intentar conectar ahora con la otra persona?
• Si es que sí, ¿quiero empezar por recibirle con empatía o por expresarme honestamente?
• Respiro.
• ¿Cómo me siento en mi cuerpo y emocionalmente?
• Respiro.
• ¿Qué necesidad está viva en mí?
• Respiro.
• ¿Puedo abrir el corazón a mí experiencia?
• Respiro.
• ¿Quiero intentar conectar ahora con la otra persona?
• Si es que sí, ¿quiero empezar por recibirle con empatía o por expresarme honestamente?
“Seamos el cambio que buscamos en el mundo” (Mahatma Gandhi)
Algo más sobre las necesidades
Las necesidades básicas las compartimos con todos los seres humanos, es
por ello que al reconocerlas en la otra persona se establece una
conexión empática, reconocemos un valor compartido. Para poder reconocer
las necesidades de otra u otras personas, necesito estar en contacto
con mis propias necesidades. Estar en contacto con mis propias
necesidades y con las de otra u otras personas es compatible. Algunos
rasgos propios del pensamiento de nuestra cultura nos llevan a lo que
Thomas D´Asemburg, autor del libro Deja de ser amable, sé auténtico,
llama el pensamiento binario: O esto o esto, o conmigo o sin mí, o
blanco o negro, o con mis necesidades o con las tuyas. Es importante
para nosotras en el camino de integrar la CNV que estemos atentas a esta
trampa según la cual la aceptación tuya implica la negación mía y a la
inversa.
Si en contacto con mi necesidad no puedo acoger la tuya es porque quizás estoy confundiendo necesidad y estrategia. Conectarme con mi necesidad profunda implica hacerlo con un valor propio que está en juego, más allá de la situación. Se trata de una conexión en que me responsabilizo totalmente de aquello que es importante para mí. Al hacerlo, al reconocer que mi necesidad sólo tiene que ver conmigo, permito el espacio para escucharte. Algunas veces reconocemos nuestra necesidad pero no nos responsabilizamos totalmente de ella, otras, como ya se ah dicho, confundimos necesidad con estrategia. Un ejemplo de confusión entre necesidad y estrategia sería decir que necesito que me hagas caso, lo que sería una estrategia poco concreta y en la que vinculo mi bienestar a lo que tú hagas. Es posible que desde ahí me enfade contigo o te guarde rencor y que no pueda escuchar tus necesidades. Quizás en otros momentos me sienta culpable y decida negar mi necesidad y atender la tuya. En el mismo caso, otra cosa sería reconocer que necesito atención, escucha o reconocimiento, más allá de ti, más allá de que en este momento seas mi estrategia favorita para conseguirlo. Cuando hago esta diferenciación será más fácil ver y sostener empáticamente mis valores y los tuyos aunque sean distintos en ese momento. Cuando no la hago, quizás pueda pensar que para conectar con la otra persona tenga que renunciar a mi necesidad (pensamiento binario) y que mis necesidades me limitan: Puedo pensar: “por culpa de mi necesidad no puedo estar bien con las demás personas, se trata de una carencia, mejor no voy a escucharme más porque eso me da problemas”.
En nuestra relación con nuestras necesidades, también juega un papel la socialización de género. En una generalización, podemos decir que los mandatos de género han enseñado a las mujeres que ellas están para el servicio y cuidado de las demás personas y que sus necesidades no importan: ¿Para evitar el conflicto o tener armonía niego mis necesidades en nuestra relación? Por otro lado, los hombres pueden tener dificultades para reconocer sus necesidades, ya que tradicionalmente se ocuparon de ellas sus madres, abuelas y quizás luego sus esposas; además, estar en contacto con mi mundo interior no es una cualidad que desde el género se atribuya a lo másculino: ¿Me enfado porque no sé lo que me pasa? Cruzar los límites de los roles asignados socialmente, salirse de la norma, por mi experiencia, no nos resulta fácil a las personas. Como dice Thomas D´Asemburg: “Ser felíz no es necesariamente cómodo”.
En síntesis, para conectar con otra persona, primero necesito darme un espacio a mí misma, darme la importancia que tengo y reconocerme, validarme en mi experiencia cruzando los límites de mi identidad. Creo que sólo así podré escuchar a la otra persona completamente, conectarme con sus necesidades estando con las mías y, luego, buscar estrategias conjuntas si así lo deseo. No hacerlo puede alimentar relaciones de agresión-sumisión, alimentará el rencor entre las partes y minar nuestra autoestima.
Si en contacto con mi necesidad no puedo acoger la tuya es porque quizás estoy confundiendo necesidad y estrategia. Conectarme con mi necesidad profunda implica hacerlo con un valor propio que está en juego, más allá de la situación. Se trata de una conexión en que me responsabilizo totalmente de aquello que es importante para mí. Al hacerlo, al reconocer que mi necesidad sólo tiene que ver conmigo, permito el espacio para escucharte. Algunas veces reconocemos nuestra necesidad pero no nos responsabilizamos totalmente de ella, otras, como ya se ah dicho, confundimos necesidad con estrategia. Un ejemplo de confusión entre necesidad y estrategia sería decir que necesito que me hagas caso, lo que sería una estrategia poco concreta y en la que vinculo mi bienestar a lo que tú hagas. Es posible que desde ahí me enfade contigo o te guarde rencor y que no pueda escuchar tus necesidades. Quizás en otros momentos me sienta culpable y decida negar mi necesidad y atender la tuya. En el mismo caso, otra cosa sería reconocer que necesito atención, escucha o reconocimiento, más allá de ti, más allá de que en este momento seas mi estrategia favorita para conseguirlo. Cuando hago esta diferenciación será más fácil ver y sostener empáticamente mis valores y los tuyos aunque sean distintos en ese momento. Cuando no la hago, quizás pueda pensar que para conectar con la otra persona tenga que renunciar a mi necesidad (pensamiento binario) y que mis necesidades me limitan: Puedo pensar: “por culpa de mi necesidad no puedo estar bien con las demás personas, se trata de una carencia, mejor no voy a escucharme más porque eso me da problemas”.
En nuestra relación con nuestras necesidades, también juega un papel la socialización de género. En una generalización, podemos decir que los mandatos de género han enseñado a las mujeres que ellas están para el servicio y cuidado de las demás personas y que sus necesidades no importan: ¿Para evitar el conflicto o tener armonía niego mis necesidades en nuestra relación? Por otro lado, los hombres pueden tener dificultades para reconocer sus necesidades, ya que tradicionalmente se ocuparon de ellas sus madres, abuelas y quizás luego sus esposas; además, estar en contacto con mi mundo interior no es una cualidad que desde el género se atribuya a lo másculino: ¿Me enfado porque no sé lo que me pasa? Cruzar los límites de los roles asignados socialmente, salirse de la norma, por mi experiencia, no nos resulta fácil a las personas. Como dice Thomas D´Asemburg: “Ser felíz no es necesariamente cómodo”.
En síntesis, para conectar con otra persona, primero necesito darme un espacio a mí misma, darme la importancia que tengo y reconocerme, validarme en mi experiencia cruzando los límites de mi identidad. Creo que sólo así podré escuchar a la otra persona completamente, conectarme con sus necesidades estando con las mías y, luego, buscar estrategias conjuntas si así lo deseo. No hacerlo puede alimentar relaciones de agresión-sumisión, alimentará el rencor entre las partes y minar nuestra autoestima.
*Buentrato: Los Vínculos Amorosos. Editorial Paidos. Fina Sanz